Por: Elián Zidán
Milton jamás olvidaré tu nombre. Te convertiste en mi primer huracán como periodista y residente de Florida.
Desde que me mudé a Miami en diciembre de 2021, había escuchado las anécdotas de varios compañeros sobre las coberturas de los huracanes. Sin embargo, me preguntaba ¿cuándo me tocaría a mi?
El día llegó cuando estaba en el gimnasio y me llamaron de la oficina para avisarme que tenía que salir rápido hacia el oeste de Florida para cubrir la inminente llegada Milton que conforme se acercaba a tierra, ganaba más fuerza.
En la hora que tuve para salir, solo me dio tiempo para empacar lo que consideraba necesario para sobrevivir al embate de un huracán e ir al supermercado para comprar comida para mi equipo y para mi.
Junto al equipo de Noticias Univision que me acompañaba, comenzamos a manejar hacia el oeste. Cual película apocalíptica, en contravía había tráfico y del otro lado prácticamente éramos los únicos yendo hacia el huracán.
La noche caía y con ella la zozobra de no saber lo que nos íbamos a encontrar en las próximas horas. Los pronósticos meteorológicos eran poco alentadores, el huracán subía y bajaba de categoría de 4 a 5.
Llegando a la costa oeste del estado, revisamos la trayectoria de Milton y nos dimos cuenta que el impacto directo no sería en Tampa como estaba previsto; sino en Sarasota dónde estábamos.
Conforme fueron pasando las horas, Milton se fue acercando con sus torrenciales lluvias y fuertes vientos.
Hicimos interminables intervenciones en vivo y durante una de ellas presenciamos de primera mano lo que es estar en el ojo del huracán.
En medio de la furia de esta mole, llegó una súbita calma que nos desconcertó a todos. La lluvia paró y los fuertes vientos desaparecieron.
Esa calma no duró mucho, de un instante a otro el ojo del huracán avanzó y las paredes de Milton se aproximaron con gran intensidad.
Explotaron los transformadores eléctricos en la calle, se fue la luz, y se cayeron las señales de teléfono.
No hubo poder humano para que nos pudiéramos comunicar y avisar que no íbamos a poder salir al aire en el noticiero de la noche.
La angustia del equipo en Miami crecía conforme pasaban los minutos; por varias horas y sin ninguna explicación perdieron comunicación con todos nosotros.
En medio de la oscuridad y el sonido del torrencial viento afuera, entró una llamada a mi teléfono celular de un productor en Miami y fue allí donde por primera vez en un largo rato pudimos avisar que estábamos a salvo.
Al día siguiente salimos a primera hora de la mañana para comenzar una larga jornada laboral. Desde el primer show hasta el último noticiero estuvimos recorriendo la zona y narrando lo que íbamos viendo.
Los daños fueron múltiples y distintos a lo ancho del estado. En Sarasota vimos desde un velero encima de una vía peatonal hasta una casa caída.
Las gasolineras no tenían combustible y los comercios trataban de reabrir sus puertas poco a poco. En los supermercados las filas más largas eran para conseguir comida caliente.
Las redes sociales también me sorprendieron, la insensibilidad de muchas personas es impresionante. No solo porque había quienes estaban más pendientes de cómo arrastraba los pies en un video, sino porque esperaban "más destrucción".
La recuperación será larga y costosa, las cosas materiales se reponen pero las vidas que se perdieron en este huracán son invaluables. Si algo positivo tiene una tragedia como esta, es ver que pese a la gran división social en la que vivimos, la adversidad nos une y demuestra que podemos vivir cordialmente en sociedad.
Milton será un nombre difícil de olvidar no solo para mi sino para muchas personas afectadas por este huracán. Nosotros regresamos a casa pero muchas familias se quedaron sin comodidades y otras sin hogar.
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