Por: Elián Zidán
En esta sociedad polarizada en la que vivimos, estamos tan acostumbrados a la violencia política y social que la normalidad sorprende.
Esta semana, la diplomacia regresó a la arena electoral, y el respeto prevaleció cuando los aspirantes a la vicepresidencia de Estados Unidos, se vieron cara a cara en el primer y único debate previo a las elecciones de noviembre.
Lo ocurrido durante este encuentro entre JD Vance y Tim Walz fue algo que si bien es el deber ser, ya se nos había olvidado ¡se puede ser político en la política! (valga la redundancia). Este encuentro nos recordó a la política de antes, donde las diferencias eran válidas pero ante todo había diálogo y respeto.
La violencia ha permeado a la política sin excepciones geográficas. No sólo en Estados Unidos recientemente hemos vivido ataques entre los aspirantes a cargos públicos, en México hubo momentos incómodos durante los debates entre las entonces candidatas a la presidencia y el único candidato, y en Brasil los contendientes a la alcaldía de São Paulo se agredieron hasta con una silla.
Es como si la política moderna fuera un reality televisivo donde los ingredientes principales deben ser los ataques e insultos o de lo contrario no es interesante. El escenario más que un foro de diálogo e intercambio de ideas, parece un ring de pelea.
Por ello este encuentro llama tanto la atención, si bien es difícil indicar quién ganó el debate, me atrevería a decir que los triunfadores fueron el respeto y el diálogo. Durante los más de 90 minutos que duró, vimos a dos personas pensar completamente distinto, respetar sus bases políticas, pero ante todo demostrar que lo cortés no quita lo valiente.
La noche comenzó con un cordial apretón de manos entre los candidatos y terminó con un cordial saludo entre las esposas de los candidatos, y las moderadoras del debate.
En estos momentos donde pensar distinto a los demás aparentemente es inadmisible y puede ser casual de un gran problema, un debate vicepresidencial que históricamente no suele tener trascendencia, nos dejó una gran enseñanza sobre las bases en las que debería estar sentada no solo la política sino también la sociedad, el respeto.
El expresidente mexicano Benito Juárez, en 1867 dijo que “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Esta frase 157 años después, está más vigente que nunca; si bien puede interpretarse de varias maneras, todas conducen al mismo destino.
En este relativismo moderno en el que vivimos, lo que no se puede "normalizar" es la violencia en cualquiera de sus formas. Todos merecemos respeto y como ciudadanos del mundo, necesitamos ser representados por personas que sean capaces no solo de gobernar, sino de conectar la psique con la boca.
A poco menos de un mes de que millones de estadounidenses ejerzan su derecho al voto, y contrario a lo que hemos estado acostumbrados, este debate nos recuerda que hablando se entiende la gente.
La diplomacia y el respeto no deberían sorprendernos cuando se manifiestan ya sea dentro o fuera de la política.
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