Por: Elián Zidán
La contienda electoral en Estados Unidos entra en su recta final. Por varios meses hemos visto de todo literalmente, desde insultos y burlas, hasta un cambio de contendiente del partido demócrata.
Ha sido una batalla campal por ganar la confianza de los votantes sin importar el cómo. Desde que comenzó esta disputa por la Casa Blanca, el enfoque de los ataques ha cambiado diametralmente.
Cuando el presidente Joe Biden informó que buscaba la reelección, el centro de los ataques por parte del expresidente Donald Trump y del bando republicano, era la edad del mandatario y su capacidad física y cognitiva para seguir al frente del poder ejecutivo.
Los demócratas por su parte, usaron los múltiples juicios y procesos legales que tiene el expresidente Donald Trump como carne de cañón.
Sin embargo, todo cambió la noche del 27 de junio cuando se vieron cara a cara Joe Biden y Donald Trump en ese debate.
Fue un momento de quiebre para los demócratas donde se dieron cuenta que no podían seguir adelante en la contienda con el presidente Biden al frente de la campaña.
Y tras la presión y la falta de apoyo de grandes bastiones de su partido, el presidente Biden decidió abandonar la carrera por lo que dijo era el bien de su país.
La noticia cayó como una bomba porque el mandatario ya había sido elegido por su partido en las primarias y los caucus.
Por otra parte, con esta decisión se terminaba el argumento de que la edad era algo que le jugaba en contra al partido demócrata. La gran pregunta era ¿quién sería el nuevo o la nueva candidata?.
Luego de un sin fin de nombres que comenzaron a circular incluyendo el de la exprimera dama Michelle Obama, la interrogante se despejó cuando el presidente Biden endosó públicamente a su vicepresidenta Kamala Harris.
Aquí fue donde cambió todo porque Donald Trump ya no solo tenía a una mujer como contrincante sino a alguien 18 años menor que él.
En un hecho que pasará a la historia de los Estados Unidos, por primera vez estábamos viendo a un expresidente enfrentarse a una vicepresidenta.
Los ataques desde entonces dieron un giro de 180 grados. Se cuestionó la legitimidad de la candidatura de Kamala Harris puesto a que no había sido seleccionada en las primarias y los caucus.
Hasta la raza de la vicepresidenta se puso en tela de juicio cuando Donald Trump afirmó que de repente "se volvió de raza negra".
Fueron semanas de mucha incertidumbre hasta que en la Convención Nacional Demócrata, los delegados de todos los estados públicamente ratificaron la candidatura de su ahora nueva candidata.
El enfoque del candidato republicano y la candidata demócrata, se comenzó a focalizar en esos estados péndulo que los podrían acercar al número mágico de 270 votos del Colegio Electoral.
En uno de estos estados, Pensilvania el expresidente Donald Trump sufrió un intento de asesinato mientras estaba en un mítin al aire libre.
La contienda desde entonces se tornó aún más violenta de lo que ya estaba. Un expresidente y candidato a la presidencia se libró por milímetros de la muerte.
En las semanas siguientes las encuestas comenzaron a arrojar resultados que indicaban un empate. El furor de la novedad que favoreció a Kamala Harris por semanas, se iba mermando y el piso de 45% de Donald Trump se mantenía.
Intempestivamente la atención se volcó en enamorar a esos votantes que serán clave en los comicios, los latinos y los hombres de raza negra.
En la recta final de estas históricas elecciones, tanto el expresidente Donald Trump como la vicepresidenta Kamala Harris han tratado de convencer a estos grupos.
En cuanto a los latinos, ambos conocen la importancia de cautivar a esos más de 36 millones elegibles para votar. Por ello participaron en el único foro en español organizado por Televisa Univision. Allí el electorado indeciso les hizo directamente esas preguntas que podrían determinar si les darían su voto.
En esta singular contienda electoral, hay quienes aseguran que no estarán votando por los candidatos específicamente, sino por sus valores y el menor de los males.
Estas elecciones definitivamente quedarán marcadas no solo por los ataques entre los contendientes, sino porque son el reflejo mismo de la sociedad estadounidense donde la intolerancia, la polarización y las faltas de respeto son el pan de cada día en múltiples ámbitos.
Con un margen tan cerrado, nada está dicho y todo puede ocurrir la noche del 5 de noviembre.
Ante el miedo de ser señalados o atacados, muchos votantes saldrán a sufragar por quien consideran es la mejor opción desde la secrecía para evitar conflictos.
Solo esperemos que quien pierda sepa asumir la derrota y tanto esa persona como sus simpatizantes concedan pacíficamente por el bien de la democracia.
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